En Hemja, un pueblo al lado de Pokhara, se encuentra el Tashi Palkhiel Tibetan Camp, un campo de refugiados tibetanos que lleva establecido desde hace más de 50 años y que actualmente alberga más de 800 personas.
Este campo fue iniciado por la cruz roja suiza con la autorización del gobierno nepalí. Dentro del campo está la escuela tibetana Mount Kailash School.
A través de la escuela tibetana de Katmandú contactamos con el jefe de estudios de dicha escuela, Mr. Tenzin. Con él pactamos realizar 3 talleres de teatro a las clases de grado 6, 7 y 8, equivalente a 12, 13 y 14 años, y una actuación para toda la escuela.
El día señalado nos dirigimos por la mañana a Hemja en el autobús local, rodeados de nepalíes observándonos con sueño y curiosidad. Este autobús se dirige hacia las montañas, y cruza pueblos que no ven muchos turistas o viajeros como nosotros… Una vez allí, preguntamos a los lugareños para dirigirnos hacia la escuela.
Como es normal, la escuela se componía de una gran explanada sin nada, y dos edificios alargados de una planta compuestos de varias habitaciones que eran las aulas. Nos sorprendió gratamente el aula de ciencia con una vitrina con reactivos químicos, un esqueleto y algunos microscopios.
Nosotros actuaríamos después de la tradicional asamblea matinal, donde se recitaban alguna oración, se cantaba el himno tibetano y después el himno nepalí, que ya nos es familiar, incluso lo encontramos pegadizo. Asignamos al capitán de los estudiantes la labor de técnico de sonido, y a su compañero a cargo de la cámara… los dos se lo tomaron muy en serio… jejeje.
Una vez preparados, vestido y maquillados, empezamos el espectáculo… eran unos 100 alumnos, esperándonos, ansiosos por ver a los payasos… Solo aparecer ya surgieron las primeras risas, estaban muy motivados!!!
El número fue genial, todo el mundo se reía, se morían de risa, y de miedo cuando interaccionábamos con ellos, los voluntarios se agolpaban, querían jugar con nosotros!!!
Fue un gusto de público, un regalo poder compartir esta experiencia con ellos. Una vez acabado se abalanzaron a darnos la mano, a jugar con nosotros, a hablar, a compartir más!!!! Pero tuvimos que ir a cambiarnos, en breve empezábamos los talleres.
Los talleres los hicimos en la biblioteca. Un aula llena de libros para todas las edades con mensajes en la pared que animaban a la lectura. Antes de que llegaran los alumnos despejamos un poco la sala para que quedase libre de obstáculos. Picaron los primeros, se quitaban los zapatos antes de entrar en la sala, como es costumbre en toda Asia.
Nos presentamos y explicamos un poco sobre clown, llovían las preguntas, estaban muy interesados. El taller transcurrió fantásticamente, les encantaba salir a experimentar y ver a sus compañeros exponerse, entregarse al grupo.
La verdad es que fue una clase muy motivada. Para nuestra sorpresa, los dos siguientes grupos fueron iguales o más motivados. Después del taller, más de un alumno nos dijo que quería ser actor y que le habían gustado mucho los ejercicios…
Fue un gusto compartir la experiencia con alumnos tan motivados, entregados y generosos. Un amor de personas que no dejaron de hacer preguntas, sobre nuestra formación, sobre nuestras experiencias a lo largo de nuestro viaje, y sobre clown… un gusto compartirnos con tan generosas personas.
Los tibetanos tienen algo que los hace más inocentes, más tiernos, quizás una aparente falta de maldad… Así que los recordaremos e intentaremos seguir en contacto con los alumnos que nos escriban.