Nuestra siguiente parada es: Kids Ark Foundation, una organización sin ánimo de lucro que se dedica a ayudar a niños y mujeres en el noroeste de Tailandia. Se centran sobretodo en niños y mujeres en situación de pobreza pertenecientes a minorías étnicas sin recursos. Les ayudan para que puedan tener unos mínimos de educación, higiene y derechos, para que puedan romper la línea de pobreza. Además les proporcionan un espacio dónde puedan estar seguros y crecer en un entorno más adecuado, física y psicológicamente. Tienen varios centros en el norte de Tailandia, nosotros fuimos al centro del distrito de Sansai, a las afueras de Chiang Mai.

Nos vino a buscar en coche Mr. Ya, un tailandés muy simpático que se encarga de organizar este centro. Después de 45 min conduciendo por fin llegamos, un lugar con 2 edificios bien construidos, unos estaba dedicado enteramente para los niños, el otro es un ambulatorio en la parte baja, y en el primer piso tienen salas donde los niños también pueden realizar actividades.

Lo primero que hicimos fue comer con los educadores y con los niños, que ya estaban en fila india con su bandeja esperando que se la llenaran. Había unos 40 niños, entre 6 y 14 años, llenos de energía y con radiantes caras. Nos miraban con curiosidad y timidez, y se reían cuando hacíamos algún intento de hablar tailandés. Los niños casi no hablaban inglés, pero con gestos y la traducción de los educadores la comunicación fue fluida.

Empezamos con los talleres, donde los niños se divirtieron muchísimo, al principio un poco tímidos, pero a medida que iban calentando se entregaron completamente a las actividades. Nos sorprendió lo dispuestos que estaban a demostrar sus habilidades interpretativas, mientras los más valientes se esmeraban en hacer el payaso… el propósito del día!!

La segunda parte del día nosotros nos encargamos de hacer un espectáculo de Clown para ellos, tendríais que ver sus caras, estaban perplejos de vernos actuar, con la boca abierta, observando nuestro movimientos, y aunque ya habíamos compartido un buen rato, en algunos momentos que pedíamos la colaboración de algún voluntario les costaba mucho mostrarse.

Y así acabamos un día inolvidable, en la mejor compañía  y con el corazón lleno de sus sonrisas. Nos fuimos con una bolsa de comida para cenar que nos prepararon y el recuerdo de todos los niños despidiéndose de nosotros entre abrazos y risas. Aaaaaish… que bella es la vida del payaso…