Una de las colaboraciones que hicimos en Camboya fue con la ONG  Karuna Battambang que pertenece a S.A.U.C.E, una asociación ligada también a la Prefectura Apostólica dirigida por el Monseñor Enrique Figaredo, un jesuita asturiano que actualmente es Prefecto Apostólico de la diócesis de Battambang y Presidente de Cáritas Camboya. Kike ha dedicado su vida a trabajar por los más necesitados, en especial, los refugiados, los discapacitados y los niños que viven en la pobreza, lo que le ha valido el apelativo de “el obispo de las sillas de ruedas”. Esta ONG se dedica principalmente a la escolarización de niños en condiciones de pobreza que normalmente se encuentran en zonas rurales. Construyen escuelas, se comprometen con el personal docente y hacen un seguimiento del nivel escolar de los alumnos con exámenes periódicos.

En esta ocasión, los colaboradores de la ONG, con nuestros contactos Thea y Phut, se dirigían a varias escuelas a realizar pruebas de nivel para asegurar la correcta evolución de la escolarización de los alumnos y alumnas. De camino, nos llevaban a la escuela Phies.

Esta escuela se encuentra a 10 km de Battambang, en una zona remota en medio de arrozales. En la época de Pol Pot, estos campos de arrozales eran extensos campos de trabajo, dónde se ponía en práctica las descabelladas ideas de aumento de producción del líder de los Jemeres Rojos… casi nada… aún se podían escuchar la tierra gritar…

El edificio de la escuela había sido un establo para animales que se encontraba sobre un lago. Algunos profesores locales la habían utilizado para enseñar a algunos alumnos en el pasado pero por la falta de recursos habían tenido que abandonar la idea y cerrarla. Karuna Battambang la había abierto de nuevo, la había acondicionado y proporcionado ayudas a los profesores que impartían clase allí. Además, para asegurar la asistencia de los niños, las familias reciben una cantidad de arroz por la escolarización de sus hijos. En el caso que el niño no asista a la escuela se retira la ayuda a la familia, así se aseguran de que el niño sea el principal beneficiado.

Llegamos en pick up a la escuela, el edificio se compone de 5 aulas. Éste es completamente de madera, una plataforma suspendida sobre un lago seco, pintada de marrón. El suelo se componía de tablones, igual que las paredes. Nos recibieron dos profesoras y nos hicieron pasar. Habría unos 50 alumnos en total, de 3 a 8 años. Los niños se amontonaban en la ventana para vernos, con enormes ojos, observándonos con atención. En la primera aula la profesora había salido, así que aprovechamos para colarnos y saludar a los niños. Tenían unos 8 años, y como ya estaban sonriendo, nos pusimos a hacer el tonto, señalando las palabras escritas en camboyano en la pizarra y haciéndoles repetirlas en alto…

Todos entraron en el juego, mientras hacíamos gestos de aprobación de manera cómica, se reían, y empezaban a jugar con nosotros. Eran muy agradecidos!!! Cualquier gesto cómico que hiciéramos se reían a carcajada!! Les encantaba, al salir de la clase ya estábamos jugando a escondernos y caminar silenciosamente, todos seguían al mismo ritmo, hasta que uno rompía a reír y se hacía el descontrol… muy divertidos. De repente, las profesoras empezaron a organizar a los niños, sacándolos de las clases para ponerlos sentados en el lugar que actuaríamos. Y nosotros nos fuimos a preparar para el show… con este público la diversión estaba asegurada.

Los niños se impacientaban, así que teníamos que salir ya!!! Y así lo hicimos… salimos y ya se empezaron a reír…

El suelo de madera, el banco de madera, el decorado eran los campos de arroz… un teatro idílico!!!!

precioso, acompañados por el canto de los pájaros… Y de público unas sonrisas gigantes… Tarde poco en pedir voluntarios, sabía que se prestarían rápidamente al juego… Y así fue, pudimos compartir juntos todo el imaginario del número, riendo juntos y enamorándonos juntos… Que amor de niños!!!!

Cuando acabamos salimos del escenario a sacarnos la nariz, y cuando volvimos estaban preparados, casi nerviosos por acertar el momento, para aplaudirnos… un momento precioso… Todos querían seguir jugando, eso no podía acabar ahí!!!

Imposible olvidar a estas pequeñas criaturas risueñas con sus camisitas, sus dientes mellados y las ganas de morder, reír y revolcarse por el suelo…

no entiendo en qué momento hemos dejado de hacerlo… Nos llevamos una parte de vuestra sencillez y de la capacidad de disfrutar con total entrega. Un rincón del mundo que llevamos en el corazón…

Y nos fuimos por el mismo camino que llegamos, de vuelta a Battambang llenos de ilusión y con el corazón robado por estas personillas tan preciosas y divertidas… Hasta pronto!!!