Por fin llegamos a África, y precisamente a Yibuti, un enclave estratégico en el estrecho del mar Rojo justo delante de las costas de Yemen. Aquí hay cantidad de militares de diferentes países custodiando el paso al canal de Suez de los piratas somalíes. Además, este país es recorrido diariamente por emigrantes de Etiopía que caminan largos trayectos a pie para llegar a Arabia Saudí en busca de un trabajo, de una vida mejor…
Estos emigrantes no sólo son adultos, también hay niños de todas las edades que pasan de Etiopia a Yibuti, y no tienen nada, viven en la calle, y lo que tiene este país es que si no tienes nada, no hay nada que puedas tener… porque todo es polvo y piedra… Una manera de huir de la miseria es inhalando pegamento, de esta manera olvidan el hambre, la sed y las miserias, pero también se fríen el cerebro…
En este país trabajamos con Caritas Yibuti, a través de ellos realizamos varias proyectos de formación por todo el país, pero el que más nos impactó fue en el centro de Caritas en Yibuti capital. Allí cada día van decenas de niñ@s y chic@s de la calle a encontrar un sitio seguro.
Muchos de ellos aprovechan simplemente para dormir, ya que no han podido hacerlo en las inseguras calles de la ciudad, sea por la policía o por otra razón… Allí también les proporcionan un poco de cuidado, comida, ropa y asistencia médica…
Nosotros allí mismo hicimos dos talleres para los chavales. Las edades oscilaban desde los 5 añitos de Simona, a los adolescentes de unos 20 años… Empezamos a convocarlos a la pista de baloncesto con la ayuda de los cuidadores, y el panorama era curioso… Unos 60 chicos y chicas, niños y niñas, todos tenían heridas o lesiones, marcas en la cara… A la mínima que había un pequeño conflicto se lanzaban a pegarse sin aviso ni preliminares…
Con calma empezamos el taller, necesitábamos primero de todo llamar su atención, y así lo hicimos poco a poco, con ejercicios de concentración… A medida que avanzábamos los más reacios se sentaban en el suelo a mirar o directamente a dormir, pero los más entusiastas se motivaban y compartían emocionados con nosotros.
Después de un rato llegaron los militares españoles a traer materiales donados que traían, eso fue la excusa perfecta para los chavales para dispersarse y alborotarse…
Sin embargo, gracias al empuje y profesionalidad de Mayra, conseguimos seguir con un grupo que estaba muy motivado, dispuestos a seguir compartiendo con nosotros… Eso fue un regalo, un momento precioso que justificó nuestra labor allí. Mencionar y agradecer a uno de los militares que nos dió las fotos que hizo mientras nuestro hacíamos el taller.
Finalizamos el taller exhaustos, lo habíamos dado todo para mantener la atención, la motivación, tenerlos disfrutando y compartiendo con nosotros… y había merecido la pena…
Aún tenemos grabadas en la memoria los bailes que se pegaron, cómo nos querían enseñar sus habilidades… Sofia, de 5 años, que había sufrido experiencias que no vamos a relatar por espeluznante, no dejaba de colgarse de mi cuello riendo, con una gracia excepcional, realizaba las actividades súper aplicada… que amor de niñita… Unos chicos y chicas viviendo en unas condiciones atroces, sin nada ni nadie, y con ganas de seguir siendo niños…
Por la tarde nos llevaron a visitar a una gente que vive en la antigua estación de tren. Allí nos encontramos básicamente barracas, y gente viviendo en condiciones infra-humanas… Sin embargo todos nos salieron a recibir con alegría, sobre todo los niños, con los que empezamos a jugar sin parar, acabé sudando!!!! y ell@s contentos y felices, siguiéndonos sin parar de saludarnos con la mano con una sonrisa de oreja a oreja… Si es que l@s niñ@s siempre son ajenos a las barbaries del mundo…
Al día siguiente volvimos a dar un taller a Caritas. El grupo en teoría era diferente, pero este lugar está abierto a la necesidad, así que entró quien necesitara, y en el taller tuvimos muchos de los asistentes del día anterior… Fue aún mejor, estaban mucho más motivados!!!! y conseguir hacer mucho más, riendo, disfrutando y aprendiendo, todos juntos, los unos de los otros…
Una experiencia inolvidable que solo te enseña humildad. Viendo las dificultades en mayúsculas de alguna gente de este país te das cuenta de lo relativo de las circunstancias, de la subjetiva valoración, y de lo desequilibrado que está este mundo… Estamos convencidos que podremos volver para seguir trabajando con ellos, con la gran labor de Caritas y con los niños de la calle de Yibuti…