De la capital del país, Yibuti, salimos en un 4×4 de ruta por el país. Desde Yibuti cogimos un ferri que nos llevó a Tajoura, después a Obok, de allí fuimos a Ali Sabieh y finalmente a Art. Cuatro pueblos en el corazón de Yibuti, todos de religión musulmana, todas las escuelas situadas en pequeñas misiones católicas.
Empezamos en Tadjourah, en la misión donde dos mujeres francesas gestionan una pequeña escuela que proporciona educación a más de 200 niñ@s. Tadjourah es un humilde publecito pescador en la costa y los niños en general no van a la escuela. Así que la labor de esta escuela no tiene precio para el futuro de l@s niñ@s…
Los talleres fueron geniales, en una sala cubierta de alfombras, todos l@s niñ@s sentad@s, impacientes por empezar… Y lo disfrutamos todos!! compartimos nuestras experiencias y creatividad, ahora Tajoura hace teatro, expresa y disfruta con la voz de los más jóvenes… no tiene precio…
De Tadjourah fuimos a Obok, un pequeño pueblo en la costa norte de Yibuti. El pueblo es muy pintoresco, lleno de niñ@s revoloteando por sus calles… Allí estuvimos en la pequeñita escuela de gestionada por Diócesis.
Los grupos fueron de unos 50 alumnos cada uno, muy jóvenes, emocionados, nos lo pasamos genial!! ellos lo daban todo, encantados de mostrarle a la clase sus habilidades, su talento, y la clase emocionada les respondía con aplausos y vitoreos… Que momentos más bonitos, ver las caras de est@s niñ@s compartiendo sus iluciones y sueños, entre ellos y con nosotros…
Al día siguiente nos fuimos a Ali Sabieh. Se trata de una ciudad cerca de la frontera de Etiopía, y cerca de la ruta de los camiones que transportan mercancías desde el puerto de Yibuti. Allí estuvimos tres días en una escuela llevada por unas monjas italianas y de Nigeria encantadoras, que nos explicaron historias increíbles de sus experiencias por africa…
La escuela es bastante grande, con unos 500 niños… Nosotros hicimos los talleres en una gran sala, un poco oscura, pero resguardada del calor de fuera y con capacidad suficiente para los grandes grupos con los que íbamos a trabajar…
L@s niñ@s como siempre fueron encantador@s, súper emocionad@s y dispuestos. Disfrutaron todas las actividades que les propusimos, sin guardarse nada, compartiendo todas sus habilidades, sin guardarse nada en el tintero.
Que regalazo para nosotros, todos los talleres fueron geniales, súper ricos, donde l@s niñ@s expresaron y experimentaron a tope. La alegría y las caras de felicidades nos dieron la razón de lo que hacemos, de nuestro trabajo…
Y la última parada fue en Arta, un pueblecito en la carretera de Yibuti, allí se encuentran las casas de verano de los militares franceses afincados en Yibuti. La escuela era muy pequeña, solo dos clases, y la llevaban tres hermanas del Congo muy simpáticas…
Allí hicimos dos talleres, con unos 100 niños en total. Los asistentes estaban entre asustados y emocionados. Nos costó un poco conseguir su confianza para poder empezar a trabajar juntos, pero en el momento que empezaron a disfrutar se entregaron sin reparo, y disfrutaron muchísimo.
Sus caras de felicidad, de disfrute, como con un juguete nuevo acabado de descubrir… Nosotros solo les dimos las herramientas y ellos hicieron el resto. Al final estaban tod@s con ganas de más, de seguir disfrutando… Y nosotros satisfechos por haber hecho bien nuestro trabajo, haciendo niñ@s felices!
Al final del viaje estábamos agotad@s pero muy muy felices, por haber recibido la gratitud de tant@s alumn@s felices, de haber compartido tantas experiencias, de haber proporcionado las herramientas para expandir imaginación…
Nos llevamos un poquito de tod@s ell@s con nosotros, en nuestros corazones… Hasta pronto, os echaremos de menos!!!