La siguiente colaboración fue en el campo de refugiados de Digale, en Hargeisa, a través de Caritas Somalia. Se trata de un campo que no está en la ciudad, sino en medio del desierto cerca de Hargeisa, se llama campo de refugiados de Digale. El campo de refugiados se formó debido a las duras condiciones de sequía de Somalia, Etiopía y Yibuti, y debido también de los numerosos conflictos entre estos mismos países.
Después de cruzar unos quilómetros a través del desierto nos encontramos el campo de refugiados, llenos de los logos de NRC y de UNHCR. El lugar asignado para hacer los talleres fue el centro social del campo. Se trata de unas instalaciones con algunas salas, un parque con columpios y un campo de fútbol de hierba artificial precioso donado por la fundación Arsenal!! La verdad es que impresiona semejante campo de fútbol, de color verde flamante, en medio del desierto…
Debido a que el primer grupo fue elevado, tuvimos que hacer el primer taller en el campo de fútbol. Los 50 asistentes, de entre 8 y 12 años, estaban expectantes, nerviosos y tímidos, sin saber a lo que se habían prestado… Y empezamos el taller!!!!
Al principio les costó un poco, claro, buscábamos concentración y un poco de disciplina, y estábamos sobre la hierba de un campo de fútbol, que hasta a mí me daban ganas de pedir un balón y ponerme a juga, pero a base de intensidad y arte, conseguimos engancharlos y que se involucraran a compartir con nosotros.
Además, a medida que pasaba el tiempo, todo el campo de refugiados acudía al lugar para ver lo que hacíamos; teníamos cientos de personas alrededor, observando… no es el mejor ambiente para conseguir que l@s niñ@s se soltaran… Pero a pesar de todas las distracciones, todo fue genial, y l@s niñ@s se prestaban a jugar con nosotr@s!
Al acabar el primer taller hicimos el payaso con la gente que observaba, interaccionando… y se partían de risa!!! les encantaba formar parte, se escandalizaban, se escondían de timidez, huían… pero siempre con muchas risas!!!!
El segundo taller decidimos hacerlo en una de las salas disponibles para poder tener un poco más de intimidad… Se trataba de los adolescentes… Este fue muy bien, estaban contentos y agradecidos de compartir ese tiempo con nosotros. Lo pasamos muy bien juntos, y ellos se involucraron y esforzaron en cada una de las actividades que hacíamos… Fue una gozada, incluso los jefes del campo de refugiados se reían y animaban a los participantes… Todo un regalo…
Así acabamos los talleres en el campo de refugiados de Digali, después de muchas emociones, de haberlo entregado todo, cada esfuerzo y caloría, y a cambio, obtuvimos amor, felicidad y muchas risas. No podríamos pedir mejor recompensa!
Nos montamos en el todoterreno y volvimos a Hargeisa… Pensando y recordando la experiencia que acabamos de disfrutar, con cada sonrisa grabada en nuestra persona, sin excepción… Así nos gusta acabar, reflexionando lo que hemos vivido… entre miles de suspiros…